7 de diciembre de 2009

El dilema del erizo


Estaba yo pensando en los erizos (en algo hay que pensar qué le vamos a hacer) porque ya no se oyen las hojas del níspero crujir por la noche y me he dado cuenta de que echo de menos las "excursiones nocturnas" del verano. Después de cenar, linterna en mano y tres niños impacientes; intentamos no hacer ruido, pero es imposible, de noche las cosas parecen lo que no son y ellos son todavía muy pequeños.


Los meses pasan rápido, dentro de poco empieza el invierno y, claro, los erizos ya están hibernando, ya se han metido en sus nidos, bajo tierra, calentitos bajo una capa de hojas secas. Sus pulsaciones bajarán a veinte por minuto y respirarán una vez cada dos minutos. Si la temperatura externa no baja de diez grados puede que aún los veamos paseando puesto que recorren varios kilómetros al día.


Qué difícil es la vida para estos animalillos: peligros naturales (culebras, búhos) y provocados por el hombre (atropellos, tractores, máquinas de cortar hierba, venenos, destrucción de sus hábitats, escasez de insectos y frutas). Tienen que adaptarse a la "era del hombre", compartir mesa con un gato y comer su insulso pienso.


Dice un proverbio griego que el zorro sabe hacer muchas cosas mientras que el erizo sabe hacer una sola pero importante. Cuando siente un peligro se convierte en una bola de púas que apuntan en todas direcciones de manera que resulta infranqueable para el zorro (aunque no para los coches). Por eso hay quien clasifica a las personas en erizos (Platón) y zorros (Goethe) dependiendo de tu forma de vida; si tienes pocos y claros objetivos y dedicas todos tus esfuerzos a conseguirlos entonces eres más bien un ericillo y, si por el contrario, eres de los que no tienen nada claro, ni lo que eres ni lo que deberías ser y tienes la sensación de no llegar a nada pues ... bienvenido al club.


Y, por último, he pensado en lo que en Psicología se llama el dilema del erizo, es decir, que cuanto más cercanas son las relaciones entre las personas más probable es que se hagan daño, como si también tuvieran púas, volviéndose solitarias y gruñonas. Pongo unas líneas de Luis Cernuda (Donde habite el olvido) que hacen referencia a esto y os recuerdo que el erizo común (Erinaceus europaeus) es una especie protegida por si se os había ocurrido tenerlo como mascota.


"Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío.
Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor.
El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos"

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