26 de noviembre de 2009

Yo quiero ver el mundo a través de tus ojos


Desde pequeña quise ser bióloga para conocer hasta el último detalle de los animales (entre otras cosas). Después de cinco años de universidad salí con mi título bajo el brazo y una sonrisa de oreja a oreja. Ya sabía un montón de cosas, sobretodo de insectos: ecdisona, larvas, ocelos, tráqueas, quetas, tarsos y un sinfín de palabrejas dándome vueltas en la cabeza todo el día.

Cuatro años después, en el campo, mi madre me “sugiere” (por llamarlo de alguna manera) que saque de una maceta unos gusanos asquerosos que se están comiendo la planta. Los meto en una caja y voy corriendo a buscar a mi sobrino de dos años.

-
Beneeeeet!!!!!! Mira lo que tengoooooo!!!
- ¿Qué es, tía?
- Una larva, un gusano
- No tía, no es una “lavra”, es un “colilo” (lo que viene siendo un cocodrilo para un niño de dos años)

Y tras interminables minutos intentando hacer ver al niño que aquello no era ni por asomo un cocodrilo, sino que era un insecto, surge en mi la duda.

- No cariño, míralo bien, la boquita, los ojos …….. ¿Será posible, el mañaco este, si parece un …?

Yo, con mi título y no me había fijado en la asombrosa estrategia de la larva, que para parecer que tiene una boca más grande tiene dibujados dos ocelos en la parte de atrás.

Y esto me recuerda a cuando en el instituto estudiábamos la métrica en literatura y no me gustaba porque me parecía destrozar la poesía, no ver el todo. Pues algo parecido me ha debido pasar con la Biología, además de los prejuicios lógicos de los adultos (lo que puede ser y lo que no, los estereotipos).

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