Esta expresión tiene su origen en la Grecia clásica y se suele utilizar cuando existe una seria amenaza planeando sobre nuestras cabezas, pero silenciosa, que acecha como esos depredadores nocturnos que caen sobre su presa como una sombra para acabar con ella.
Pues hoy utilizamos esta expresión para referirnos a la presión urbanística que sufre nuestra naturaleza y en especial nuestros montes y paisajes. Y es que la locura de los PAI´s en Monóvar aun no ha acabado a pesar de esta crisis que nos está golpeando, porque sigue su curso el conocido como La Boticaria, situado cerca de las Cañadas de Don Ciro, enclavado en un entorno privilegiado junto a la Sierra de Salinas catalogada como Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). Pero parece que para quienes rigen el urbanismo en Monóvar esta zona preciosa y con grandes valores naturales solo sirve para alimentar el pelotazo urbanístico y enriquecer a unos pocos.
Y todo en silencio, sin que nadie se entere. Una publicación en el DOGV y un mes para poder alegar contra él. Y nada de facilitar las cosas, no; solo se puede ver en el Ayuntamiento, en papel, de 9 a 14 horas, sin poder sacar copias y sentados en una mesa entre papeles y con gente de un lado para otro; molestando a unos funcionarios que intentaban hacer su trabajo sin entorpecer nuestra labor y a los que desde aquí les damos las gracias.
De todas formas Heliaca ha presentado sus alegaciones, porque tanto dinero se ve que no puede pagar un buen proyecto y éste se encuentra lleno de errores y contradicciones. En el apartado de "TRABAJOS" de este blog os dejamos el texto presentado con 53 alegaciones a un proyecto que hace aguas (a pesar de que no disponga de ella) y que, por ejemplo, planea un centro comercial donde anida el águila culebrera.
Vamos a intentar que la espada no caiga.
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